martes, 20 de julio de 2010

4. Grandes diseñadores de moda.

El cine y la moda son manifestaciones culturales que han actuado de forma sincronizada y con infuencias mutuas. El cine ha llegado a ser un medio importante de imposición de gustos y tendencias.
Por un lado han existido nombres de modistos de las grandes productoras de cine y por otro no han faltado tampoco algunos nombres de modistos europeos.
Al hablar de cine y moda no podemos pasar por alto el famoso triunvirato de Orry Kelly, Adrian y Travis Banton.
Orry Kelly vistió a grandes actrices como Bette Davis y Katharine Hepburn, quien guardaba de él un recuerdo especial, ya que diseñó el vestuario de su primera obra en Broadway. También fue el artífce del vestuario de dos películas míticas: Casablanca y Un americano en París, por la que en 1951 recibió el primero de sus cuatro Oscar.
Adrian fue diseñador de vestuario de la Metro-Goldwyn-Mayer entre 1928 y 1942. Durante ese tiempo, Adrian trabajó con algunas de las mayores estrellas femeninas de la época como Norma Shearer, Jeanette MacDonald, Jean Harlow, Katharine Hepburn y Joan Crawford. Adrián fue famoso por sus diseños de vestidos de noche para estas actrices, un talento ejemplifcado en el flm Las mujeres.


Las mujeres (1939)

En cuanto a Travis Banton, diseñador de la Paramount desde 1917, fue el encargado de crear la imagen de Marlene Dietrich a quien podía transformar de sórdida prostituta en gélida mujer fatal, también creó los célebres “fourreau” de Carole Lombard a la que convirtió en el símbolo del glamour de los años 30.
De Banton se decía que, con sólo almorzar con una mujer, era capaz de saber exactamente qué tenía que resaltar en ella.
Fue él mismo quien introdujo en Hollywood a Edith Head que llegó a ganar un total de ocho premios Óscar por su trabajo en flmes como Eva al desnudo (1950), Vacaciones en Roma (1953) y El golpe (1973). Edith Head también diseñó el vestuario de Grace Kelly en Atrapa a un ladrón y el de Elizabeth Taylor en La gata sobre el tejado de zinc.
Además fue la creadora fetiche de Alfred Hitchcock. La colaboración entre ambos se inició en La ventana indiscreta.
Diseñadores como Edith Head o Givenchy se asociaban a la imagen de actrices de elegante belleza, pero las chicas más explosivas de Hollywood también contaron con diseñadores especializados en realzar curvas y acentuar su lado más sexy. El nombre de William Travilla irá siempre unido al de Marilyn Monroe, para quien diseñó el vestuario de ocho películas. La relación de Monroe y Travilla trascendió a la pantalla, y fueron amantes durante un tiempo, y amigos toda la vida. Una de sus cuatro nominaciones al Oscar la obtuvo por Cómo casarse con un millonario, aunque probablemente ninguno de los modelos que creó para Marilyn fue tantas veces fotografado como el vestido blanco cuya falda levantaba el aire del metro de Nueva York en La tentación vive arriba. Travilla había dado muchas vueltas a aquel vestido: “Quería que Marilyn pareciese limpia y fresca en medio del calor de Nueva York, pero también bonita, divertida, inocente, casi ajena a su atractivo”. Él decía siempre que los vestidos que diseñaba para la actriz “eran un acto de amor”, y así lo entendió ella, que le regaló una reproducción de su famoso desnudo sobre terciopelo rojo con la frase “Te adoro. Vísteme siempre”.



La tentación vive arriba (1955)


Sin embargo, uno de los más famosos trajes de Marilyn, el que vestía cuando cantó a Kennedy el celebérrimo Happy birthday, fue obra de otro experto en símbolos sexuales: Jean Louis, que pasará a la historia por el traje negro que llevaba Rita Hayworth en Gilda. Aquel modelo estaba inspirado en un cuadro de John Singer Sargent, Madame X, y volvió locos a los hombres de medio mundo. Jean Louis trabajó también para Rita en La dama de Shanghai y obtuvo un Oscar
por el vestuario de Un Cadillac de oro macizo, y 14 nominaciones. Una de ellas la mereció por Ha nacido una estrella, donde trabajó en colaboración con otra grande de la aguja e hilo: Irene Sharaff. Sharaff ganó cinco Oscar, dos de ellos por su trabajo en películas protagonizadas por Elizabeth Taylor: Cleopatra y ¿Quién teme a Virginia Woolf?, aunque Hollywood la recuerda también por sus diseños en Hello, Dolly y West side story.



Cleopatra (1963)


La mayor difcultad para los diseñadores cinematográfcos eran la rápidas variaciones de estilos y tendencias. Apenas habían terminado una película cuando las colecciones de París ya presentaban otros nuevos y el vestuario de la película se quedaba desfasado antes de su estreno. Por este motivo algunos productores contrataron a modistos europeos.
Además de Givenchy, otros genios de la alta costura fueron seducidos por el cine. Pierre Balmain trabajó en 17 flmes, y Christian Dior obtuvo un Oscar por los vestidos de Estación Termini. Tampoco Coco Chanel fue insensible a la llamada de la gran pantalla. A principios de los años treinta, Coco necesitaba pasar un tiempo lejos de París, y Samuel Goldwyn le ofreció un millón de dólares por trasladarse a Hollywood para trabajar como asesora de vestuario de la MGM. Además, debería vestir dentro y fuera de la pantalla a cuatro estrellas de la Metro: Norma Talmadge, Ina Claire, Lily Damita y Gloria Swanson, para quien confeccionó los vestidos de Esta noche o nunca. Cuando, unos días antes de empezar el rodaje, la Swanson hizo la prueba defnitiva de sus vestidos, Chanel notó que había engordado, y habló con la actriz: “Deje de atiborrarse, o ninguno de estos trajes le servirá”. La joven estalló en lágrimas antes de confesar a Coco que estaba embarazada, y que nadie debía saberlo hasta el fnal de la película. La diseñadora ideó entonces un complicado sistema de fajas elásticas para adaptar a cada modelo y disimular así el estado de la señorita Swanson.
Pero Hollywood no estaba preparado para el estilo Chanel, para sus trajes de chaqueta y la elegante austeridad de sus vestidos. Querían diseños más chillones, complementos más llamativos y prendas más recargadas:el cine en blanco y negro debía escapar de la simplicidad. En este sentido, como en tantos otros momentos, Coco fue una visionaria: poco después, el color haría
necesaria la austeridad que ella intentó llevar a los platós de la MGM.
Otros modistos reclamados para el cine americano tuvieron más suerte. Marcel Rochas, Molyneux y Patou diseñaron vestidos que lucieron algunas grandes estrellas en sus películas. Quizás Elsa Schiaparelli es la que puede apuntarse uno de los mayores éxitos en este campo con sus diseños para Zsa Zsa Gabor en Moulin Rouge y para Mae West.



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